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Akela Scout: Dirigente de manada

Dirigente Akela scout

Akela, el viejo lobo gris jefe de la manada

Akela, el nombre scout que lleva el dirigente de la manada, hace referencia al viejo lobo gris, Jefe de la Manada de Seeonee, el Pueblo de los Lobos.

Este personaje tiene todas las características de un líder: lealtad, fuerza, dulzura, igualdad, amor, respeto y un gran dominio de sí mismo.

Akela

Cual es el papel de los dirigentes de la manada

Como un hermano mayor

El papel de un Dirigente de Manada no es el de un maestro, ni el de un padre o madre, ni el de un sacerdote, ni el de un entrenador deportivo, ni mucho menos el de un instructor militar. Como los niños vienen a jugar y como consecuencia del ambiente en que se juega, crecen como personas, sus dirigentes deben tener la doble capacidad de saber jugar con ellos a la vez que contribuir de manera valiosa a su crecimiento.

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¿Quién mejor que un hermano mayor puede cumplir esa doble función?

Un hermano o hermana mayor juega con sus hermanos y hermanas menores sin dejar de tener la edad que tiene, sin infantilizarse, con la admirable capacidad de reducir sus propias fuerzas para que el de menor edad desarrolle las suyas.

Un hermano mayor siempre quiere lo mejor para sus hermanos, por lo que además de jugar también orienta, protege y corrige sin castigar. Y a un hermano mayor, por el testimonio que entrega, se le admira, se desea vivir aventuras con él, se le quiere, se respeta su palabra y se tiene la confianza de abrirle el corazón.

Conocer a los niños

Es relativamente fácil ejercer como hermana o hermano mayor en el seno de una familia, donde uno sabe muy bien cómo son sus hermanos. Pero no es tan fácil cuando hay que hacerlo respecto de niñas y niños que provienen de ambientes y hogares diferentes.

La primera tarea como dirigente es conocer bien a los niños y a las niñas con los cuales compartes en la Manada. Ese conocimiento debe comprender dos aspectos: por una parte, las características generales de los niños de 7 a 11 años; y por otra, la particular e irrepetible forma de ser de cada niño, la que no sólo depende de las características propias de la edad, sino que también de innumerables factores que provienen de su historia personal y del ambiente en que actúa.

Como también lo señalamos anteriormente, para conocer a los niños de manera personal hay que compartir constantemente con ellos, dentro y fuera de la Manada, observando el ambiente en que se mueven, siendo testigos de sus reacciones, escuchando sus frustraciones y esperanzas… como lo hace un hermano mayor.

Manada scout

Saber Jugar y enseñar a través del juego

Hay pocas cosas más atractivas que jugar. Los niños juegan entre ellos y los adultos jugamos entre nosotros casi sin ningún aprendizaje previo.

Los adultos jugamos a nuestra manera de adultos. Para nosotros el juego es hacer un alto e ingresar en un espacio recreativo que nos permite reconstruirnos y volver re-creados a la tarea diaria y a sus obligaciones.

Para los niños no existe otro mundo que el juego y el juego es su única manera de introducirse en la vida social y hacerse adultos.

Por eso cuando los adultos jugamos con los niños no se trata sólo de jugar, hay que saber jugar. El dirigente que entra en el juego de los niños se mantiene siempre adulto, un adulto que es capaz de identificarse con ellos y disfrutar como ellos, pero que nunca se confunde con ellos y que metido dentro del juego les revela a los niños lo que a ellos solos les permanecerá oculto.

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Cosas que hace un dirigente de manada

  • Es un enriquecedor del juego, que lo lleva a sus máximas posibilidades, pero que también disminuye sus factores de riesgo, con prudencia en todo momento, sabiendo hasta dónde los niños pueden llegar y de qué peligros ellos no son conscientes; que hace al juego mucho más entretenido, que sabe desaparecer cuando no es necesario y que está listo para reaparecer en el momento oportuno.
  • Es un animador del juego que motiva y promueve, que empuja y alienta, que sostiene cuando las fuerzas flaquean, que despierta el deseo de superar desafíos, que crea el ambiente propicio para que el juego produzca todos sus efectos educativos y que motiva cada vez a ir un poco más lejos.
  • Y es también un regulador del juego, que está siempre presente ayudando a que se respeten sus reglas, recordando sus códigos, que sabe cuándo retroceder y cuándo acelerar; y que sabe promover y coordinar las capacidades de los niños para que seleccionen sus juegos y actividades, los organicen, los evalúen y los mejoren constantemente.

Gracias a dirigentes que no olvidan su papel de adultos, que enriquecen, animan y regulan el juego de los niños, el juego producirá sus máximas posibilidades educativas.

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